Amo a Chicago. Chicago me sabe a blues, a Blue Chicago.
Blue Chicago es un lugar clásico de la gente local, pues no hace parte del circuito turístico, está ubicado en Clark St. Es pequeñito, pero acogedor, siempre que voy, siento que viajo a otro tiempo. En la entrada está el típico tipo gigantesco cuidando y mirando todo y nada debajo de unas gafas negras. Cobra entre 10 y 12 dólares en un inglés tan rápido y suyo que no me doy cuenta cuando le he pagado y ya estoy dentro.
Quiero ser clara, el lugar es realmente pequeño, pero creo que eso hace parte de su magia. Llego allí, me siento con Juan a mi lado, pedimos bebidas que pueden ser un par de cervezas o más, dependiendo de cómo estuvo de dura la semana y esperamos a que el invitado de la noche inunde con su voz y sus sonidos el escenario… pareciera como si lo que está afuera se detuviera, solo queda la música, él, y yo.
Es curioso, después de un día agitado la mayoría de las personas solo quiere descansar, acostarse, dormir… a mí me sucede todo lo contrario, quiero salir, ver gente, movimiento, me resisto a la quietud, porque en Blue Chicago la gente hace todo menos quedarse sentada, allí se baila, canta y brinda.
¡Salud!
A quienes no les gusta el blues o simplemente no lo conocen, este lugar es una excelente oportunidad para ese primer encuentro, además habla muy bien de la esencia de Chicago, su cultura y su música.